Contando graduaciones


Cada día tengo más claro que el destino es algo así como creer en la nada o en el todo, así que no diré que fue el destino. ¿Casualidad? ¿Acaso existe? ¿Causalidad? Yo no apostaría mucho por esa… En fin, al grano. Arreglando papeles, mi madre ha encontrado mi discurso de graduación del instituto. Sí, una chorrada… La cosa es que mañana tengo la tercera graduación de mi vida y me ha parecido curioso, justo a tiempo.

Será porque lo ensayé mil veces o porque fue una de las primeras veces que tuve que enfrentarme a eso de hablar en público, pero al releerlo, casi el papel estaba de más. Más de siete años después, sus palabras seguían estando vigentes y se podrían aplicar a cualquier otra graduación de cualquier otro fin de curso. Los amigos- amigos- de entonces siguen estando en mi vida y los que encontré en el camino hasta aquí son un regalo que me llevo con esto de crecer. Los ideales de futuro… siguen siendo los mismos e, incluso, más fuertes. No he cambiado, solo evolucionado como la constancia y mi persona me han permitido. Hace poco, en una entrevista de estas laborales, me preguntaron que qué es lo que cambiaría del pasado y, afortunadamente, me di cuenta -¿por primera vez?- de que no había nada -nada- que cambiar. Fue una verdadera revelación: todos estos casi 25 años de vida se los debo a mis múltiples meteduras de pata y mis dos o tres aciertos. A todos los antaganonistas que me hicieron algunos días llorar y los que me dieron un abrazo cuando no lo necesitaba.

Mañana se cierra otra capítulo de mi vida y a todos los que lo habéis compartido conmigo- ya sea aguantándome, leyéndome, riéndose, estando en mi vida o presenciándolo – os dedico este, mi primer discurso que rendí a la que un día creí madurez y hoy aún me pregunto qué es.

Gracias por las fotos que no nos hicimos y perdón por las que el destino no nos permitirá hacernos…

DESPEDIDA BACHILLERATO 2004/2005

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