De borrones y pasiones: yo misma


Yo era de esas que enseñaba en su pupitre azul la tabla del 5 a su público de trapo y plástico; la que castigaba en la esquina de su cuarto a la Barbie más perezosa por copiarse de la Nancy de al lado.

Enseñar es y será mi vida, esté donde esté y haga lo que haga. Pienso en mil y una profesiones que pudieran satisfacerme tanto como esta y me es complicado. Me siento como pez en el agua, eso es: a veces, agua helada, congelada; otras, calentita y agradable; unas cuantas, a contracorriente. Pero esa soy yo, una profe. Da igual lo que haga paralelamente o lo que me queje; las mil y una inseguridades que me surjan en el día a día o las maratonianas horas de trabajo. Da igual si me duele la cabeza, la barriga, si me he me partido una uña o ese día no me he tomado el café de rigor: es entrar en una clase- ya sea física o virtual- y olvidarme de todo. Es terapéutico, es mágico.

No he obtenido manzanas ni tazas a la mejor profe del mundo, pero un email de agradecimiento o una frase aprendida con un sujeto mal puesto y mucho esfuerzo por detrás valen más que cualquier línea de más en mi CV.

Y cuento esto ahora porque mi whatsapera profe y madre me envió la imagen abajo plasmada en conmemoración a uno de esos aniversarios que hacen por todo: según la Wiki, el lunes 25 de Noviembre fue el Día del Maestro. Aunque, como siempre digo (y dirás tú) : todos los días es nuestro día (ya seas maestro, pintor, abogado o ciclista). Pero no seamos aguafiestas, algún día tendré que dar las gracias en algún sitio por formar parte de esto, ¿o no?

Brindo porque cambiamos instantes de vidas irrepetibles, porque tocamos corazones y estrechamos el lazo de los tan famosos seis grados de separación. Por esas alegrías y gritos a pleno pulmón; por esos consejos y esas pizarras emborronadas de con-sentidos.

Brinda conmigo. Y no dejes de enseñarme, yo no lo haré. Feliz día a ti también.

Sin título

Como todo.


Este mediodía ya me vaticinó mi amiga – sí, mujer, la de la vocecita en mi cabeza- que algo iba mal en este país, sociedad o como quieras llamarlo (¿has visto lo educada que he sido, que no le he metido ningún «coño» ni nada?). Lo siento, es que en esta entrada toda despotricar como mejor pueda, porque hay veces que no le encuentro sentido a lo maravilloso de la vida, como puede ser un anuncio de Navidad o una peli de Almodóvar.

¿Qué tienen en común? Muy fácil: los dos los he visto por primera vez hoy y los dos me han provocado demasiadas dosis de «ridículo-pena-admiración-¡qué está sucediendo!-¿me estás tomando el pelo?» por sentimiento cuadrado.

Vayamos por partes, (chistes apartes): el anuncio de de la lotería es de total burla, lo conforman una serie de profesionales que no tienen nada que ver y que se encuentran en lo más insulso de su carrera. Ese final de Raphael, ese… Yo qué sé, ¿en serio? Pondría la mano en el fuego a que quien lo hiciera lo ha hecho totalmente a conciencia, pensando en la «fama» que cogería por ser tan… indescriptible… y por caracterizar a la España de 2013: una insulsa, con gran potencial y personas que un día fueron ¿alguien?, pero que ahora se encuentran perdidos entre tanto… ¿sueño? «Juntemos a estos, que canten un poquito y que los demás los tuiteen y les hagan parodias y nos agranden la saca mientras con los chistecitos…». Me he reído, no he podido cerrar la boca en un par de minutos y, sobre todo, me ha dado pena. Sí, en resumen.

Esto es una parodia light, la única que he visto, porque regocijarme en la vergüenza ajena no tenía ganas hoy…

Y la otra incredulidad del día ha sido «Los amantes pasajeros». No puedo describirla con una palabra, pero la ida de olla del Almodóvar es innombrable. No sé lo que ha pretendido, la verdad. No sé si puedo decir que no me ha gustado, porque la he vivido hasta el final, esperando algún atisbo, eso sí, de inteligencia en alguna parte del guion…  Es muy fuerte, es absurda, vacía y prácticamente todos sus actores conforman el panorama estrella por excelencia del cine español. Que yo recuerde, no sale el plato estrella -la teta- pero es aun peor… Es ser explícito por ser explícito, gratuitamente sin más. No es mala, es… de esas películas que tienes que ver para valorar tu vida: sin duda, mucho mejor que un guion de la última de Almodóvar… No sé lo que se fumó, bebió o tiró, hablando en su almodovariano, pero debió de ser muy heavy.

Lo siento, esta entrada tenía que contener blasfemias y desenfados, porque la vida no es solo Pablo Alborán o el nuevo anuncio del George Cloney, con sus sonrisitas medio pillinas o sus canciones que levantan los suspiros de jovencitas en masa. La vida es absurdez, vergüenza ajena, incredulidad y resoplidos constantes. La vida es saber que Javier Cámara seguirá siendo mi Paco Jimeno y seguiré masoqueándome viendo a Almodóvar, por si vuelve a «Todo sobre mi madre». La vida es recordar la carpetas de Bustamante o las cajitas de caramelos que con tanta ilusión llevaba a todas partes con su foto y ese olor a forro en las manos. La vida es soñar que algún día seremos tan viejitos como la Caballé y que, aun así, seguiremos teniendo ese vozarrón de pelos de punta. La vida es esta noche, con estos cascos y estas gafas medio sucias que me obligan a acabar esta entrada desenfadada y sin sentido, como todo.

De monjas y Ohhhs


Es curioso como Cosmopolitan rescata lo más ñoño de mí (que ya es un decir) en forma de pelis noventeras que son irresistibles. Son de esas pelis de las 15.30 que ya no quedan, de esas que reunían a la familia para reírse un rato y criticar los pelos afros y las previsiones del guion más previsible del momento. Recuerdo esos «Ohhhh» y esos «Venga ya…» acompañados de comentarios ofensivos inocentes y algún que otro suspiro cuando llegaban los interminables anuncios para recoger la mesa o pelear con el hermano de turno.

Mis lágrimas ya no las dedico a exámenes suspensos y las autorizaciones para excursiones quedaron olvidadas, pero sigo siendo la misma tonta que no deja de pensar que algún día alguien decidió reunirse para crear una película que solo serviría para eso, para hacer la vida del ser mundano algo más distendida. Una de estas obras maestras la he rescatado hoy en forma de una cañera Whoopi Goldberg y un grupo de teenagers que más quisiera más de uno hoy en sus aulas. ¿Rebeldes, decían? Cómo han cambiado las cosas, ¿eh? Ojalá al primer grito y una orden de más se pudiera montar un coro de dulces loritos que cantan como los ángeles… En fin, bendita ficción.

Pero mi sorpresa ha sido mayor al encontrar a uno de los rostros más conocidos serísticamente hablando de la parrilla televisera entre sus personajes -más irrelevantes.

Os dejo unas fotillos por si os suena la flauta… ¿Alguna idea?

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Aún en Septiembre…


Desventuras a lo Hart of Dixie, los 80’s con little Carrie y mangas mojadas con el último de Glee y este hasta nunca, Finn. Bocas de baba con un capitulo de We love Tamara y disfrute del París de cafeterías de ricos y desfiles de magnates. Domingo de casa, de vuelta a la rutina que creí perdida de series de sobremesa  y risas en soledad. Da gusto tener algunas horas para desconectar del otro lado de la ventana.

Me esperan sábanas de pelitos y la colcha gordita de nuevo esta noche tras un largo verano mientras mis oídos se dulcifican con Paula Rojo, que me ha dado hoy por descubrir y escuchar.

Comienza un mes nuevo y vidas nuevas para varias de mis personitas especiales. Los cambios son buenos y siempre traen aire fresco y brisas rejuvenecedoras a nuestras almas. A estas alturas, da igual si provienen de tempestades o de simples oleajes, siempre son necesarios.

Octubre acabó y en mi calendario aún no he pasado de septiembre, lo miro colgado en la pared y me parece absurdo lo rápido que pasan los días y lo lentos que se nos hacen. Aunque más ilógico me resulta verme tranquilamente pasar de él y no cambiar de página. Me vuelvo a morder las uñas encubiertamente y mis ojos se vuelven cada día más borrosos. Mis rutinas bellezosas se están volviendo más perezosas… Será el frío, el invierno inminente o la creencia de que solo sé que no sé nada, y aún así lo dudaría…

En mi cuarto, aún es septiembre. Las ropas de abrigo aún están en cajones inaccesibles y las mangas cortas cada vez me representan más frío glacial. No hay orden, solo desconcierto y aún no me pongo calcetines bajo las sábanas. Demasiadas locuras, lo sé…

Apago las luces del telón antes de terminar de comerme la uña rota y verme otra historia más de la Falcó. Recomendarte antes la adaptación de El tiempo entre costuras y decirte que ha sido un placer encontrarte.

Que te vaya bonito este nuevo lunes. Intentaré despedirme yo por mi parte de septiembre y me reiré un poquito con Octubre antes de llegar a Noviembre y comerme un mantecado de los del Mercadona.

A disfrutar de los pelitos. De la cama.