The Croods


La acabo de ver y me ha encantado.

La única crítica que le puedo hacer es que la he visto demasiado tarde y que creo que no la he disfrutado tanto desde el principio porque creí que no me iba a gustar… Yo, siempre a lo mío… 😉

No os digo más, ¡a pasar un buen rato!

¡100% recomendable!

Nuevos comienzos


Next Season!!

Hoy decidí aparcar mi capítulo nocturno vintage quasi diario para, entre otras cosas, escribiros por aquí una breve pero incisa bienvenida al otoño y a las nuevas temporadas serísticas.

Auguro un final de año ajetreado y con postergadas sesiones maratonianas  de un capítulo tras otro algún domingo al mes o de mariposas en el estómago al poder vislumbrar algún comentario subido de tono spoileante en redes sociales, pero di que sí, ¡que esa es la salsa de toda friki de la pequeña pantalla!

Me apasionan las historias de nueve temporadas y me encanta comprobar que series que al principio creí que no durarían mucho, hoy por hoy, son las que me sacan más de una carcajada en algún momento de relax.

Mención especial le hago desde aquí a New Girl, la primera y única temporada de estreno que he retomado de momento y que me está sorprendiendo gratamente. Y es que, en anteriores ocasiones, ha habido capítulos que me han desorientado, que en mi opinión habían perdido el rumbo y que les faltaba qué contar, qué hacer para que resultara emocionante… No sé si es porque seré una romántica empedernida de esas que no lo acepta o porque, simplemente, los guionistas saben lo que me gusta, porque estos dos primeros capítulos me han encantado. Lo siento, para mi son de los mejores sin duda: la trama principal no tiene mayores complicaciones,  carece de esa cosa «molesta» de saber que en el fondo por muy bien que vaya la cosa, se estropeará al final, Nick hará un chiste malo y vuelta a empezar… No, es normal, está bien… Me he reído, mucho, y son 20 minutos de despeje total. ¿Qué más puedo pedir?

Ah, bueno, sí… ¡que no se me estén cayendo los ojos de sueño ahora mismo!

En fin, mañana será otro día… ¡a ver qué banda sonora me ponen!

I love U anyway…


He dedicado más de lo normal hoy a pensar en esas fotos que un día no me hice porque estaba de berrinche, agobiada por un grano que yo creía el centro del universo o vete tú a saber… ¿Sabes esa sensación de querer volver a algún momento de tu vida y abrazarlo con todas tus fuerzas hasta que solo puedas sonreír? Piensa en ese disco duro que tienes lleno de fotos que jamás miras pero que, si se formateasen, tu mundo se derrumbaría. Yo es que soy bastante dramática, ya lo sabéis, pero la vida hoy la veo más o menos así… Como un disco duro, como una foto cuyas caras a veces me cuesta recordar y que no quiero dejar de copiar una y otra vez por si algún día se pierden en alguna ubicación.

Hoy volví a escuchar su voz y estaba conmigo, y eso que es doloroso intentar creer cuando ni tú misma te lo crees ni por un segundo. Pero así era, estaba. En el disco duro de mi alma, en el de mi vida y en todos los aguaceros que últimamente derramo.

Me imagino que para eso están los blogs, para escribir y desahogar almas que creías perdidas.

Alguien me dijo en uno de los días más duros de mi vida que escribiera, que no dejara de escribir… Con esas palabras se me encendió algo en el alma que espero poder responderte en algún futuro u otra vida con unas grapas y un fajo de páginas por corregir. De momento, me conformo con esto, con intentar que esta sea no más que otra triste entrada nostalgica de domingo como las de antaños adolescentes pero con razón ahora y que me permita empezar la semana con menos chaparrones.

Si te quieres reír, por contraposición, hoy he disfrutado con los que algunos titularán de bazofia y con los que estaría de acuerdo si no fuese porque estoy deseando ver el siguiente episodio con un té verde y las piernas sobre la cama… Te apiades o no de mi alma, I love You anyway...

De felices Grey y calzoncillos … o algo así.


retocado vista

Mientras dejaba listo mi flamante modelito de mañana -sí, como una niña buena…- me ha dado por pensar por qué c********** mi mente piensa en un 97% como si estuviera dictando un guion, un libro, una novela… o una entrada de blog. Todo lo que me ocurre va más allá de ponerlo en un nick de Facebook y sobrepasa la barrera de adornarlo con floritura -más o menos barata, a juicio de vuestras bondades lectoras- en una entrada como esta.

Da lo mismo, estoy cansada, me acompaña un maravilloso y acalórico té relax mercadonil y los estornudos de hace un segundos me recuerdan presagios peores. Hoy ha sido un día de locos y, aun así y por eso, soy feliz. Pero de esas felicidades que se saben por dentro, pero que jamás puedes racionarlas ni rememorarlas. Decir que he trabajado 10 horas es quedarme corta, y no le añado las angustias propias del volante de idas y venidas, las trifulcas varias y la crudeza de saber que Grey va a ser ese rubio y no algún otro buenorro con mirada inquisitoria ¬¬…  Porque la certeza de saber que me divierto leyendo en inglés los libros de cama con una sonrisa cómplice mientras me tomo un café solo con la misma compañía en un bar lleno de gente a las 8.30 am… no tiene precio. Porque el reírme con un capítulo de «The Middle» mientras me tomo una rodaja de salmón a la plancha con media Cruzcampo no lo pago con nada… Y porque cada conversación de alguien al que quiero vale millones; de euros, de risas y de abrazos, sobre todo, de abrazos.

Sinceramente, y aunque suene a locura, iba a escribir sobre si en el futuro también le diremos a nuestros hijos que se pongan las bragas o calzoncillos nuevos antes de ir al médico, pero me imagino que lo dejaré para divagar en otra ocasión…

Hoy ha sido un día de esos que no puedes dejar de pensar por un minuto que será de ti la semana que viene, y eso a veces se necesita. Por mucho que me queje, escriba post sin sentidos o te saque alguna sonrisilla sin pretensión.

Buenas noches… o lo que sea…

Últimas primeras…


Para evitar caer en largas parrafadas que me acorten el sueño y me hagan enrollarme innecesariamente en las minucias de la vida, este será un post librístico que simplemente demuestre mis dos últimas adquisiciones de tranquilidad veraniega.

Mis ojitos con gafas incesantes me han comentado que les ha encantado, cada cual con su estilo, eso sí, pero podrían calificarse de igualmente perfectos.

Podría extenderme en qué es la perfección y en qué se basa cuando hablo de un libro, pero lo resumiré en la búsqueda de una evidencia: ¿lo he terminado?

Sé que pensarás que eso es relativo, que hay comienzos pésimos con finales magistrales, viceversa o bodrios que simplemente nos tragamos a la espera de buenas nuevas. Sin embargo, si piensas atentamente, si rebuscas en tu interior, verás que el cierre de unas páginas grapadas por última vez es un ritual que siempre te deja sin aliento, pensativo y con media sonrisa o medio gesto de asombro en tu boquita de piñón. Por mucho que me pongo a pensar y por mucho que alguna vez haya querido acabar un libro, no encuentro alguna vez que haya catapultado el fin y me haya dejado indiferente, totalmente insensible. Los libros, como las canciones o el amor, siempre nos alteran, nos reconfortan y nos seducen, nos modelan y moldean y, si es que gastamos de esas, nos arropan el alma. Y eso, damas y caballeros, es lo que yo calificaría como perfección, pura y dura.

Aquí tenéis mis dos últimas primeras páginas, mis dos últimas medias sonrisas… No diré nada de ellas porque seguramente habrá mil y una críticas mejores de las que yo podría ofreceros. Solo apuntar que son perfectas para el verano o lo que queda de él, que me he reído y emocionado con cada sobresalto de sus destinos y que, por supuesto, me han dado pie a escribir otra megaparrafada gratuita que solo gustará a aquellos osados que alguna que otra vez me han insistido en que siga escribiendo… Va por ustedes.